Instituto de Estudios de las Finanzas Públicas Americanas

  • Los espacios de cooperación e integración financiera regional

Los espacios de cooperación e integración financiera regional en un mundo posterior a la crisis

 

Por Daniel Titelman y Esteban Pérez Caldentey1, Capítulo VII del libro"Desarrollo e  integración en América Latina", Ed. C E PA L / I N S T I T U T O L U L A / B I D / C A F

 

Introducción

Debido a la crisis financiera mundial (2008-2009) y la crisis del euro (2011-2012), se abrió un amplio debate acerca de la capacidad de la arquitectura financiera internacional para gobernar el actual proceso de globalización. La reforma a la arquitectura financiera internacional ha cobrado fuerza por el hecho de que la crisis se originó y tuvo su mayor impacto en los países desarrollados. No solo demostró que la volatilidad no es cosa del pasado ni un problema concentrado en economías emergentes, sino que además puso en evidencia que los países desarrollados son tan vulnerables como los países en desarrollo a los vaivenes de los mercados financieros mundiales y sus efectos de contagio.

A diferencia de lo que ha ocurrido en otros episodios de crisis, las iniciativas de reforma han sido más amplias en cuanto a su envergadura, ámbito de aplicación y profundidad. Más importante aún es el hecho de que en el debate actual se ha otorgado un reconocimiento explícito al papel que pueden desempeñar las instituciones regionales en el proceso de reforma de la arquitectura financiera internacional. El rol de las instituciones regionales y de la cooperación y la arquitectura financiera regional se ha visto fortalecido por los cambios y tendencias que se están produciendo en el escenario económico y político global, en el mundo posterior a la crisis.

Por una parte, las economías emergentes están adquiriendo un rol preponderante en la economía mundial. Estas economías representaron un 37% del PIB mundial en el año 2000, un 44% en 2007 y un 49% en 2012. Se prevé que la participación de las economías emergentes en el PIB mundial superará, en las décadas venideras, la de las economías industrializadas. Esta tendencia también se refleja en la creciente participación de las economías emergentes en la inversión, el consumo y las exportaciones.

Esta dinámica del comportamiento del sector real de la economía mundial ha ido acompañada por cambios en el sector financiero y en su modo de organización y operación.

En las últimas dos décadas, el sector financiero y sus instrumentos se han expandido de manera exponencial y muy por encima del crecimiento del PIB. En este período, la expansión del sector financiero ha duplicado con creces el crecimiento del PIB, tanto en las economías avanzadas como en las emergentes. En el caso de las economías más avanzadas, el grueso del crecimiento del sector financiero se explica por los derivados financieros.

Además, el mercado de capitales ha asumido un rol protagónico en la intermediación financiera. Esto ha generado una mayor interconectividad entre las instituciones del sistema financiero, que ha ido acompañada de un comportamiento procíclico del apalancamiento. La evidencia empírica demuestra que la prociclicidad del apalancamiento conduce a fuertes expansiones del crédito en períodos de auge y a contracciones intensas y prolongadas en períodos de declive.

La interconectividad de las instituciones financieras, así como de la estabilidad y del riesgo financiero, se refleja también, de manera aún más evidente, en el surgimiento de los grandes grupos financieros denominados “grandes instituciones financieras complejas” (large financial complex institutions (LFCI)), que operan en distintos países. Estas han crecido de manera significativa en el último decenio, concentran el grueso de la intermediación financiera entre países y aglutinan una serie de servicios e instituciones financieros, incluidos la banca, los seguros, los títulos y las operaciones de administración de activos. Los principales conglomerados financieros del mundo desarrollado operan en más de 30 países, en promedio.

Los cambios en el escenario mundial, en el sector real y financiero, plantean desafíos que obligan a repensar la arquitectura financiera. Por una parte, el desarrollo del sector financiero debe orientarse y articularse con las necesidades del sector real productivo y para ello es necesario reforzar la regulación macroprudencial, a fin de atenuar los riesgos y la volatilidad del sistema financiero.

Por otra parte, la gobernanza y la organización de la arquitectura financiera multilateral deben reflejar la creciente importancia de las economías emergentes en la economía mundial. En este sentido, la arquitectura financiera multilateral debe concebirse como una amplia red de instituciones e instrumentos, tanto globales como regionales, que proveen distintos niveles de defensa ante choques externos.

En este sentido, el nuevo contexto plantea el desafío de ampliar las posibilidades para profundizar la integración y la cooperación financiera regional. En América Latina y el Caribe la cooperación y la integración financiera es de larga data y la arquitectura que la sustenta es quizás la más extensa del mundo en desarrollo. Esta se ha organizado en torno a tres pilares: el apoyo a la liquidez y el financiamiento de la balanza de pagos por parte del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), el financiamiento del sector productivo real y del comercio por parte de la banca de desarrollo y el apoyo al comercio por parte de los sistemas de pago.

La profundización de la cooperación y la integración financiera regional incluye: i) promover un fondo de reservas con cobertura regional para responder a las necesidades de financiamiento de las balanzas de pago y contribuir a la estabilidad financiera de la región, lo que implica aumentar la cobertura geográfica y la capacidad de respuesta del FLAR mediante el aumento de su capital y el acceso a nuevas fuentes de recursos; ii) potenciar el uso de los bancos de desarrollo regionales, subregionales y nacionales a través de nuevos instrumentos para el financiamiento de la inversión productiva y el comercio, y iii) potenciar los acuerdos de sistemas de pago entre bancos centrales para dinamizar el comercio intrarregional y mejorar la colaboración y la cooperación entre bancos centrales e instituciones financieras de la región.

La provisión de estos bienes públicos regionales (tales como la estabilidad, el desarrollo productivo, la provisión de infraestructura y el comercio intrarregional) es de fundamental importancia para enfrentar colectivamente y de manera efectiva las oportunidades y desafíos que se le presentan a la región, incluidos el logro de un mayor crecimiento, el impulso al cambio estructural y la generación de una mayor igualdad.

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1 Daniel Titelman es Director de la División de Desarrollo Económico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y Esteban Pérez Caldentey es Jefe de la Unidad de Financiamiento para el Desarrollo de la misma División. En la elaboración de este capítulo, se contó con el apoyo y los insumos proporcionados por Cecilia Vera y Georgina Cipoletta.

 

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