Instituto de Estudios de las Finanzas Públicas Americanas

Un caso de “histéresis colectiva” provincial

Por Ariel Barraud y Florencia Maldonado, 26 de enero de 2017, Área de Finanzas Públicas y Federalismo Fiscal del IARAF. INFORME ECONÓMICO Nº 380.

 

El principal tributo que administran las provincias argentinas ha sido en los últimos 25 años el Impuesto a los Ingresos Brutos (IIBB), con una destacada presencia y una tendencia creciente en su participación.
El impuesto a los Ingresos Brutos (IIBB) es un impuesto de tipo plurifásico y acumulativo, que se caracteriza por ser altamente ineficiente desde el punto de vista económico, pues genera  los conocidos efectos de acumulación y piramidación que incentivan decisiones distorsivas en  la asignación de los recursos.

A fines del siglo pasado se comenzaron a dar pasos tendientes a su gradual reemplazo por la vía indirecta de reducir o eliminar las alícuotas en las actividades primarias e industriales, lo  que en la práctica implicaba ir transformándolo paulatinamente en un impuesto al consumo.

Sin embargo a partir de la crisis de la convertibilidad (año 2001-2002) se ha recorrido rápidamente un camino inverso en el cual la totalidad de las jurisdicciones produjo incrementos significativos en las alícuotas legales del impuesto y un fuerte retroceso en la cantidad de actividades alcanzadas con la alícuota cero.

Lo expuesto pone en evidencia que en la última década se habrían profundizado las distorsiones económicas originadas en el impuesto a los ingresos brutos. A las ya conocidas distorsiones del impuesto a los ingresos brutos, se le sumó un nuevo elemento ante la generalización de las operaciones interjurisdiccionales, fundamentalmente aquellas en las que el cliente es un consumidor final. El impuesto a los ingresos brutos siempre ha tenido dificultades para el tratamiento de estas operaciones, y en consecuencia los fiscos han aplicado presunciones para captar estas operaciones a través de los múltiples mecanismos de recaudación anticipada existentes, que en muchos casos han llevado a situaciones de doble imposición, sumando así una nueva distorsión.
En su afán de afianzarse como ciencia, la economía tomó prestado de otras ciencias “duras” conceptos como el de histéresis, que es la tendencia de un material a conservar una de sus propiedades, en ausencia del estímulo que la ha generado. El concepto fue extrapolado a la ciencia económica para explicar por qué algunos fenómenos como el elevado desempleo de un periodo de crisis puede mantenerse alto, aún luego de que la crisis fue resuelta. En el caso actual, puede emplearse el concepto de histéresis para invocar la razón por la cual un impuesto que el consenso general identifica como malo, ha prevalecido y ganado importancia en periodos en los que no había otra razón para que ello ocurra que no fuera que era un impuesto “malo conocido” que recaudaba mucho dinero y de manera poco visible  para los contribuyentes locales. En un idioma más pedestre, es la aplicación de la frase
“provisorio para siempre” tan característica incluso de otros tributos como el impuesto al cheque y las retenciones a la exportación que nacieron como temporales y extraordinarios durante la crisis de 2001 y 2002; y hoy siguen formando parte estable de la estructura  tributaria argentina.

El impuesto a los ingresos brutos experimentó a nivel agregado un notable crecimiento en su  volumen recaudatorio tanto en términos absolutos como en términos relativos dentro de la estructura tributaria de los distintos estados provinciales. Esta mayor presión fiscal ejercida  tiene su correlato en el hecho de que la influencia del impuesto a los ingresos brutos como componente explicativo del precio al público de bienes y servicios ha experimentado un notable crecimiento en los últimos años. En el año 1993 el consolidado provincial obtenía más de la mitad de sus recursos tributarios propios de este impuesto, aunque la importancia relativa era claramente dispar entre provincias. La recaudación sólo de ingresos brutos estaba contenida 1,2 veces en la obtenida por la suma del resto de tributos en Buenos Aires, era el equivalente a 4 veces del resto en Chaco, y a 7,5 veces el Tierra del Fuego. El mismo cálculo efectuado para el 2015 muestra cómo ingresos brutos fue ganando terreno claramente frente al resto de instrumentos en todas las jurisdicciones.

 

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